Primer Contacto

Aquí tenéis el relato que presento al concurso derelatos de #CienciaFicción de Zenda.

Estaba en clase cuando todo empezó. Concentrado en mis problemas de termodinámica, como cualquier otro chaval de quince años, cuando en la pizarra electrónica apareció la cara del director. Al principio nadie le creyó. Pensamos que era algún tipo de broma. Cuando nos dijo que teníamos el resto del día libre para seguir la noticia con nuestras familias comprendimos que todo iba en serio: una nave alienígena había entrado en nuestra atmósfera y se había plantado encima del Palacio Presidencial.

Estaba muy emocionado, ¿cómo no iba a estarlo? Me encantaban las historias de ciencia ficción. Estaba convencido de que no estábamos solos en el universo y por fin habíamos recibido una visita. ¡Era extraordinario! Por supuesto, estaba seguro de que venían en son de paz. Nosotros mismos, que apenas habíamos sido capaces de ir más allá de nuestra estrella, llevábamos ya años viviendo en paz. Tenemos nuestro pasado, por supuesto, pero hacía décadas que nos habíamos dado cuenta de que podríamos llegar mucho más lejos como especie si dejábamos de lado nuestras absurdas diferencias y nuestras insulsas luchas por el poder. Sólo colaborando podríamos conseguir lo mejor de nosotros mismos. Ya no había más guerras, ni armas, ni destrucción. Sólo creación. MI abuelo sólo era un crío cuando nos unificamos a nivel planetario, los progresos que hemos hecho desde entonces son incalculables, y aún no habíamos sido capaces ni de colonizar nuestro propio satélite. Estos visitantes, vengan de donde vengan, habían tenido que llegar desde muy lejos. Su nivel tecnológico debía estar a eones del nuestro. Yo lo tenía claro, dichos avances sólo podrían haber sido conseguidos por una civilización creativa y colaborativa, como la nuestra. Si su tecnología estaba mucho más avanzada, su sociedad también debía estarlo. Tenía sentido, ¿no?

Cuando llegué mis padres ya tenían puestas las noticias. La nave seguía inmóvil. Nadie sabía nada, sólo podíamos esperar. Cualquier acción por nuestra parte podría haber sido malinterpretada. Pero no hacían nada. Los días fueron pasando y a las puertas del Palacio empezó a agruparse gente de todas partes. Todos comprendían, como yo, que estos seres debían venir en son de paz. Estaban impacientes por descubrir las maravillas que nos traían, por recibir sus conocimientos y aprender todo lo que tenían que ofrecer sobre el universo. Les estábamos recibiendo con los brazos abiertos. Pancartas con símbolos de amor y con consignas de paz. Me habría encantado estar allí. Queríamos darle una calurosa bienvenida a nuestros nuevos amigos y que se atrevieran a bajar de su nave. Comenzar esta nueva relación cuanto antes. Todo el mundo estaba muy emocionado. No era para menos.

Pasaron los días y, al ver que los visitantes seguían sin mostrarse, los dirigentes decidieron tomar la iniciativa. Todo estaba calculado al milímetro. El Presidente daría la cara por el planeta, era su trabajo, pero intentaría mostrarse lo más inofensivo posible. No pretendía asustarlos. No quería que decidieran que el planeta era demasiado hostil como para recibirlos. Sin movimientos bruscos, sin gestos que pudieran malinterpretarse. Sólo el Presidente, con la cara más amable que podía poner. Daría un discurso que seguramente no entenderían, pero utilizaría el tono de voz más tranquilizador que pudiera encontrar. El mensaje tenía que ser claro: no éramos una amenaza.

Llegó el momento. No podía contenerme de la emoción. Era todo demasiado importante. Demasiadas cosas podrían salir mal y podríamos perder la oportunidad de entrar en una nueva era. Todos los canales estaban emitiéndolo. Todas las cámaras enfocaban el atril. Por fin, el Presidente salió del palacio. Aún puedo sentir toda la energía del ambiente. El planeta entero contuvo la respiración. El Presidente llegó al atril, cogió aire para empezar su discurso y…

Aún no me lo creo.

Una especie de rayo viajó desde la parte inferior de la nave y aterrizó en el dirigente. Lo desintegró. Donde estaba él sólo un segundo estaba antes ahora no quedaba nada, ni siquiera una nube de humo, como en aquellas películas antiguas. Estaba en shock. De repente, una extraña figura se empezó a materializar en ese mismo lugar. Tenía una forma simétrica como no había visto hasta ahora en un ser vivo. Era una especie de criatura, alargada, de carne lisa y rosada. No veía su parte inferior, porque la tapaba el atril, pero su parte superior contaba con lo que parecían dos tentáculos, uno a cada lado. Eran rígidos y los movía de forma articulada, como si tuvieran una polea en el medio. En el extremo se dividían en cinco apéndices minúsculos. Los cerró alrededor del micrófono y lo agarró para acercárselo a la boca. Esta era pequeña y la movía con torpeza. Estaba en una protuberancia redonda de la parte superior del cuerpo, justo debajo de un apéndice con forma de cuerno pequeño, pero con dos agujeros. Al principio pensé que tenía tres bocas, pero estas no parecían moverse. Un poco encima de este cuerno, dos ojos. Sólo dos, uno a cada lado. Todo era tan simétrico que daba asco. Sobre la protuberancia llevaba una especie de prenda, como miles de hilos negros todos recortados a la misma longitud. Sabía que era una prenda, porque no era del mismo color que su carne, pero tampoco era del mismo color que su ropa. Parecía que estaba pegada. Cuando tuvo el micrófono a una altura aceptable empezó a hablar, con un acento raro, en nuestro idioma.

—Escuchad con atención. Somos terrícolas, una especie que lleva millones de años en el espacio. Originales de La Tierra, un planeta que estaba a miles de años luz de aquí y cuya falta de recursos nos empujó a dominar la Galaxia. Colonizando planetas que tuvieran los recursos necesarios para nuestra existencia. Expandiéndonos. Conquistando. Vuestro planeta es rico en dichos recursos. Llevamos años observándoos, sabemos que vuestra capacidad militar es nula. Hemos matado a vuestro líder, si no queréis acabar igual insistimos en vuestra colaboración. No es nuestro objetivo primario, pero no sería la primera especie que aniquilamos. La resistencia es inútil.

La imagen de cabecera es una fotografía hecha por Interdimensional Guardians bajo licencia de Creative Commons (CC BY 2.0), recortada por mí para ajustarla al diseño del blog.
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