All I Want For Christmas

Este relato lo he escrito para el reto mensual de literatura del canal de Diego Clares en twitch. La premisa era la siguiente: «El reto consiste en escribir un relato, ensayo o poema contra la Navidad, señalando aspectos negativos o, simplemente, describiendo una escena navideña desagradable.»

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All I Want For Christmas

El vórtice se cerró con un ruido seco. El dispositivo que tenía en la muñeca confirmaba que El Viajero estaba en la fecha correcta. Al salir del callejón no pudo evitar sobrecogerse por unos instantes, nunca había visto una calle tan llena de luces. Para eso estaba allí, eso era lo que había venido a salvar. Aquel 24 de diciembre de 2022 era el comienzo del fin. El inicio de un futuro carente de esperanza, un futuro desolador, sin una brizna de color. Un futuro sin Navidad.
No disponía de mucho tiempo, tenía que actuar rápido. En sólo unas horas alguien asesinaría a Mariah Carey durante su concierto especial de Nochebuena. Su trabajo era evitarlo. Tenía en su bolsillo una entrada para el espectáculo y un rifle plegable, indetectable para la tecnología de la época. Infiltrarse en el recinto sería pan comido, lo único que tenía que hacer era llegar a tiempo, buscar una posición desde donde pudiera vigilar la zona y asegurarse de eliminar al tirador antes de que tuviera la oportunidad de actuar.

Una vez dentro pudo comprobar que posicionarse no era tan sencillo. Los informes del incidente le daban una idea bastante clara de desde donde pudo haber disparado el atacante, pero le resultó imposible encontrar desde donde vigilar esa zona. Resignado y con el tiempo encima, tuvo que conformarse con la segunda mejor opción: vigilar desde el mismo sector desde donde esperaba el disparo, perdiendo la visión periférica que le otorgaba la distancia.
Al Viajero no le importaba lo que sucedía en el escenario, su atención se centraba en el público. Un hombre sacándose la cartera del bolsillo interior de la chaqueta por un lado, una colocándose la media por el otro… todo falsas alarmas. Comprobaba su dispositivo de muñeca cada vez con más frecuencia, la hora se acercaba, pero hasta el momento no había nada fuera de lo normal. Los nervios empezaban a aflorar, si no identificaba al tirador antes de que fuera demasiado tarde todo habría sido en vano, pero había demasiada gente. El ambiente cargado y la luz tenue no ayudaban. La gente se movía de un lado a otro en la distancia, como hormigas alrededor de un trozo de comida. El Viajero empezaba a dudar de estar capacitado para esta misión.

En el siguiente instante todo cambió. El tintineo de unos cascabeles hizo que la gente empezara a gritar como loca. El Viajero no entendía qué estaba pasando, pero empezó a escuchar los sonidos más estridentes que hubiera jamás hubiera imaginado. 
Acordes escalofriantes empezaron a sumarse al batiburrillo de sonidos sin sentido que llegaban a sus oídos. Podía sentir como un sudor helado le recorría la espalda. Las náuseas se empezaban a formar en la boca de su estómago. Todo por culpa de aquel sonido esperpéntico que lo envolvía todo. En el centro del escenario, una figura vestida de rojo y blando empezó a cantar.
«I don’t want a lot for Christmas…» 
El Viajero no podía soportarlo. Su cuerpo, nacido décadas después de que esta canción sonase por última vez, no había desarrollado las defensas necesarias. Su juicio se nubló. La tortura era insufrible. No podía pensar con claridad. Sus brazos, de forma instintiva, se levantaron para levantar el rifle. Cerró los ojos y apretó el gatillo. Lo último que recuerda el Viajero antes de que el equipo de seguridad del recinto le abatiera fue el sentimiento de paz absoluta que le inundó, ajeno a todos los gritos que se oían a su alrededor.

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