Reflexiones sobre el final de La La Land

Tengo ganas de escribir sobre esta película desde que la vi en el cine. Tenía pensado que protagonizara una entrada en Ociosos Anónimos, pero como todo el mundo ya la había visto y quien más y quien menos hablaba sobre ella no pensé que fuera a ser interesante. Ahora ya ha pasado un tiempo considerable desde su estreno, por lo que me parece apropiado romper la protección anti-spoilers y hablar de ella un poco más cómodamente, sin contenerme absolutamente nada. También es cierto que este artículo ha sido impulsado por una breve pero interesante conversación que tuve hace unos pocos días con unos amigos sobre el final de la película. A ellos no les gustó, a mí sí. Esto no es malo, no nos tienen que gustar las mismas cosas, pero me dieron ganas de compartir mi punto de vista con un poco más de análisis por mi parte. Así que, allá vamos.

Piano

La escena empieza con Sebastain tocando el piano en su club. Empiezan a sonar los acordes que ya conocemos todos y…

Primero me gustaría remarcar cuál es el mensaje que la película quiere darnos con esa escena. Creo que aquí poca discusión hay, me parece que está bastante claro: hay que elegir entre el amor y tus sueños. Los protagonistas llegan a ese punto porque han decidido anteponer sus carreras a su relación. Ambos han conseguido lo que querían, o al menos lo que pensaban que querían. Mia es una actriz de cine con mucho éxito, Sebastian ha conseguido dirigir un club popular que permita al jazz sobrevivir un poco más¹. La película podría haber acabado ahí, podría ser simplemente una historia de amor bonita pero que acaba regular en cuanto a esa relación se refiere. Pero no lo hace. Luego llega La Escena. Esa escena se empapa de la premisa de la película para explicarnos que si la relación no ha funcionado no es porque no estén hechos el uno para el otro, sino por las decisiones que han ido tomando a lo largo del camino. Esa escena nos explica por qué pese a la buena pareja que hacían no están juntos. Por si acaso quedaba alguna duda.

nope

Durante el “flashback” vemos como cambian cada una de las veces en las que optaron antes por sus carreras que por el amor.

Cualquier otra película romántica, y esta es una película romántica de eso que no os quepa duda, nos habría intentado vender que si el amor es auténtico éste siempre triunfa, que al final ambos podrían haber conseguido todo. Esta no es cualquier otra película romántica y aquí no nos quieren contar eso. Esa secuencia final, la vida que se imaginan ambos mientras él toca el piano en su prestigioso club, nos permite comprender que otra historia era posible, pero que no es la que hemos vivido. Nos tira a la cara su mensaje, que o eliges el amor o eliges tu carrera, y se queda tan ancha. El mensaje puede gustar más o menos, puedes creertelo más o menos, pero es su mensaje. Es cierto que el final es un poco triste. Vas con el chip de película romántica y tanto Emma Stone como Ryan Gosling lo hacen tan bien que quieres verlos juntos, por lo que ese final te puede chafar un poco el plan. No voy a entrar en si el mensaje de la película, ese que ya hemos dejado claro, es un buen mensaje. Sea para una película romántica o para cualquier otra. No pienso mencionar tampoco en si es o no un mensaje realista. El mensaje es el que es y la película no sólo te lo representa con total nitidez sino que además lo defiende durante toda la cinta. Puede que no lo mencione activamente todo el rato, es cierto, pero tampoco te intenta engañar con que otra cosa es posible ni se contradice en ningún momento, por lo que a mí ya me vale para defender su coherencia.

Una vez aclarado este punto, una vez delimitado el qué quiere transmitir Damien Chazelle con ese final, nos podemos permitir otra cuestión. Una en la que ni siquiera pensé cuando la vi por primera vez. Vale, la película nos trata de contar que o eliges trabajo o eliges amor. Indudablemente que los protagonistas han elegido trabajo, pero… ¿cual era la elección correcta? Aquí creo que hay mucho más debate, no creo que la respuesta sea tan evidente, Cuesta discernir cuál es la posición de la propia película al respecto. Por un lado, no sólo vemos que la vida alternativa de la última es una vida feliz, sino que además vemos la nostalgia de los protagonistas cuando se miran el uno al otro. Podemos apreciar que se echan de menos, que una parte de ellos hubiese preferido que las cosas hubiesen salido de otra manera. Pero por otro lado vemos que su vida real, la que sí han elegido también es feliz. Ambos están contentos con sus logros y aunque saben que podrían haber sido muy felices juntos, están satisfechos con la decisión que han tomado y, lo que es más importante, están sinceramente contentos por el otro. Me vais a permitir optar por la salida del cobarde. No me voy a mojar, al menos no hacia ninguno de las dos opciones. Voy a mantener que la respuesta a la pregunta es la tercera alternativa. No creo que hayan elegido mal, pero tampoco bien. No creo que haya elección correcta. La película directamente no favorece ninguna de las dos, no lo necesita. Ya te ha vendido su mensaje, el resto le da igual. Queda en manos de nosotros, los espectadores, el decidir cuál de las dos alternativas es la que consideramos mejor. Muchos pensarán que la han cagado, de hecho muchos verán como la vida alternativa era mucho más enriquecedora y llena que la real. Otros verán que el amor no lo es todo, o que ni siquiera han renunciado a él. Ambos pueden enamorarse de otras personas, Mia, de hecho, tiene una familia y no duda en ningún momento que está enamorada de su marido. ¿Cual era la elección correcta? Ninguna, las dos. ¿Cuál era la que habrías elegido tú?

smile

Ambos se miran, y tras unos segundos de duda, sonríen. Eso sí, en distintos planos.

Pues bien, esto es lo que he sacado en claro. Está claro que mi opinión no es definitiva ni mucho menos una verdad absoluta. Lo bueno que tiene el cine, como cualquier arte, es que cada película tiene tantas interpretaciones como espectadores. Lo que sí os puedo prometer son dos cosas. La primera es que ésta película me ha gustado mucho, me gustó en su momento y me sigue gustando. Me parece muy bonita, pese a que es cierto que el final tiene ese punto de amargor. Pero no me parece un amargor desagradable. Un punto de amargura que potencia el sabor. La segunda promesa es que he pensado mucho en esta escena antes de escribir este artículo. No quería decir cosas a lo loco ni dejarme cosas en el tintero. He visto la escena una y otra vez intentando empaparme de cada detalle y, sobre todo, de no dejarme llevar por mi primera impresión. De hecho cuando la vi pensé que el mensaje era que habían elegido bien, que estaban contentos con sus vidas y que pese a todo no se arrepentían, al menos no tanto como para estar tristes. Ahí me quedé. Ha sido cuando he intentado verla con otros ojos cuando me he dado cuenta de que ambas posibilidades son reales. Ambas coexisten en armonía. No es lo que más me gusta de la película, pero he de reconocer que me parece un trabajo bastante bien logrado. Ahora lo que me gustaría saber es qué pensáis vosotros.

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1 – Esto no es poca cosa, otro de los temas de la película es la decadencia de este género musical, pero he decidido activamente dejar de lado en este artículo la evidente cruzada que se ha propuesto Chazelle por salvarlo. Esto daría para otro post fácilmente.

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