Amnesia

Aquella noche me desperté a su lado. Sabía que era mejor no hacer ruido. Bueno, no lo sabía. Lo intuía. Estaba desorientado. No sabía dónde estaba. No reconocía al hombre que dormía a mi lado, y tampoco la habitación. No sólo no recordaba cómo había llegado allí. No recordaba absolutamente nada. Ni mi nombre.
En silencio miré debajo de mis sábanas. Estaba desnudo. Todo olía a una mezcla de sudor, semen y látex. Habíamos tenido sexo, pero no parecía que me hubieran forzado. ¿Me habían drogado?
Salí de la cama con cuidado, en el más absoluto silencio. En el suelo había dos pares de pantalones, no sabía cuál era el mío. Me puse el que más me gustaba. Me puse una camiseta que tampoco reconocía. Estaba convencido de que esa no era mi habitación, pero tampoco podría asegurarlo al no recordar cómo debía ser la mía. Decidí salir cuanto antes, aunque no tenía muy claro a dónde.
Abrí la puerta de la habitación y ésta rechinó. Casi me cago. Crucé el salón con cuidado, sin prestar atención a nada. Sólo quería salir de ahí. Localicé la puerta principal cuando escuché una cisterna. Cuando la puerta se abrió vi a un niño que nunca había visto antes. Dio un respingo al verme. Cuando se recompuso, me miró con cara de sueño y dijo:
—¿Papá?¿Qué haces despierto?

La imagen de cabecera es una fotografía hecha por Michael Taggart bajo licencia de Creative Commons (CC BY-NC 2.0).
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