Juego de Tronos: Mi alternativa al desenlace del capítulo 8×05

Parece ser que el último capítulo de Juego de Tronos ha creado un poco de controversia. Antes de nada querría decir que, pese a los errores que no soy capaz de obviar, la temporada la estoy disfrutando bastante. Este capítulo en concreto me ha gustado bastante y creo que la gente está demasiado crítico con ello. Dicho esto, me parece que me toca ponerme crítico también. Por supuesto hay spoilers, no creo que sea necesario decirlo, pero por si acaso. Ahora sí, al lío.

Este capítulo ha dejado a internet dividido en dos grandes grupos: los que pensamos que el desarrollo de Daenerys ha sido un pelín forzado; y los que no tienen ni la más remota idea de nada. Lo siento, a lo mejor estoy siendo algo, pero es que no me fastidies. Cuanto más argumentos a favor del desenlace leo, más ridícula me parece dicha defensa. Además, muchos llegan a tocarme las narices. Más que nada porque algunos de esos defensores están diciendo que no nos gusta porque no ha cumplido las expectativas que teníamos del personaje. Con un par. Me molesta porque, en cierto grado, es como si me comparasen con esos que echan pestes de The Last Jedi porque lo que querían era que Luke cogiese el sable al principio de la película y se fuese a cargarse él sólo a toda la Primera Orden. No amigos. Me parece fantástico que quieran a hacer a Daenerys mala. Me puede fastidiar, porque el personaje me gustaba como libertadora y esas cosas, pero bueno, así es la vida. Además, normalmente me mola que destrocen mis expectativas (de hecho The Last Jedi es mi película de Star Wars favorita, y no acerté prácticamente ninguna de las predicciones que hice). Es como si yo fuese por ahí diciendo que los defensores de la escena son fanboys con cero capacidad crítica sobre la serie —o el personaje—, que tanto les gusta. Estaría un poco feo.

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Cinematográficamente hablando, creo que este capítulo ha sido una pasada. Han manejado la tensión muy bien y nos ha brindado momentos memorables, como la pelea de los Clegane.

Pero a lo que vamos, que no, que no compro ese ascenso a la locura repentino que se han sacado de la manga. Bueno, siendo sinceros no creo que sea ni repentino ni sacado de la manga. Las cosas como son. Es algo que creo que están intentando vendernos desde hace tiempo, pero es que eso es casi aún peor. Podría haber sido algo brusco y forzado y bueno, no me habría gustado, pero es que ha sido brusco, forzado, ¡y previsible!. ¿Cómo de mal tienes que hacer las cosas para que algo sea brusco y a la vez previsible? No es por darme aires, soy un escritor tirando a mediocre, pero ya os digo que muy mal. Asumo que yo no sabría hacer las cosas mejor, reconozco que escribir esta serie tiene que ser bastante complicado y estoy seguro de que yo hubiese hecho un trabajo bastante penoso. Vamos, que mi capacidad de escritor no es la leche ni mucho menos, pero tampoco sé cocinar y sé cuando estoy comiendo comida cruda.

Aún así, me voy a permitir un puntillo de pretenciosidad. A pesar de todo lo que acabo de decir, voy a aventurarme a re-escribir, un poco a grosso modo, el quinto capítulo de la última temporada de Juego de Tronos. Eso sí, me voy a limitar a lo que la supuesta evolución de Daenerys se refiere. Hay otras cosas del capítulo que no me han gustado en cuanto a desarrollo de personajes —mejor dicho, en cuanto a dar la espalda a su desarrollo—, pero ya he reconocido mi mediocridad, desenmarañar esa madeja está muy por encima de mis capacidades.

El principio lo dejaría exactamente igual. Vemos a Varys enviando unas cartas. Poniendo en funcionamiento su red de pajaritos para que corra la voz. Que todo el mundo sepa que el legítimo heredero al Trono de Hierro es Jon Snow, cuyo nombre real es Aegon Targaryen, hijo legítimo de Rhaegar y todo eso. Hasta ahí bien, le pillan y lo ejecutan, tal y como ha pasado en el capítulo. Eso no convierte a Daenerys en loca, pero sí que es otra muestra más de que no se anda con chiquitas y de que no pasará a la historia por piadosa precisamente. Llegan a Desembarco, decide atacar la ciudad, sin mostrar mucha preocupación por los daños colaterales. Tal  y como hemos visto. Si acaso mostrando como en las consecuentes pasadas del dragón no sólo se están muriendo soldados, sino que, como era de suponer, también mueren ciudadanos. Llegamos al clímax, los soldados se rinden, los desembarquinos suplican auxilio y las campanas suenan. Daenerys ha ganado la batalla. Más aún, ha ganado la guerra. No tiene ningún sentido que, sin venir a cuento, se ponga a quemar inocentes al tuntún. Ninguno en absoluto. Pero claro, necesitaban una excusa consistente para que en el próximo capítulo todo se reduzca a Aegon contra Daenerys.

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Varys ha estado un poco demasiado ausente para mi gusto, pero aquí además fue un poco idiota. Conoció a Ned Stark, debería haber sabido que su hijo adoptivo iba a ser igual de cabezota.

¿Como podrían haberlo hecho, sin que pareciera tan forzado? Seguro que hay montones de formas. Seguro que no soy el primero al que se le ocurre contar alguna, tampoco lo he buscado. Pero esto es lo que a mí se me ha ocurrido.

Daenerys acepta la rendición de la ciudad. Si queréis, en un ataque de ira, para ella es personal al fin y al cabo, se lanza contra la Fortaleza Roja matando también a Cersei —y algún que otro ciudadano más, para meter más cizaña—, eso me da un poco igual ahora. Lo importante es que acepta la rendición, ha ganado la guerra y está dispuesta a tomar el trono que tantas temporadas lleva persiguiendo, bajo promesa de sangre y fuego.

Esto nos lleva al acto en el que, por fin, se proclama reina de Poniente. Por todo lo alto, con los pocos nobles que queden vivos por ahí para presenciarlo y también con los ciudadanos que hayan querido asomarse a verlo. Pero algo no va bien. La gente está mosqueada. No sólo la tipa esta estaba, hace nada, en modo aniquilación total, quemando a sus vecinos y familiares como quien se toma un cafetillo; es que además han escuchado los rumores de que hay otro tipo, probablemente más majete… ¡y que encima es el legítimo heredero!. Cualquier plebeyo sabe lo importante que es que los reyes sean los que tienen que ser. Todas estas guerras y cambios de reyes han ido muy mal para la economía y cosas así, ya va siendo hora de que las cosas vuelvan a su cauce.

“¡Usurpadora!”, grita uno. “¡Asesina!” grita otro. Poco a poco el ambiente se empieza a caldear y se arma una pequeña revuelta. Daenerys, que como todos recordaremos —y si no aquellos que insisten en que nada ha sido forzado no hacen más que recordárnoslo—, no es muy amiga de tomarse las cosas con calma. Sin pensárselo mucho manda apresar a los instigadores y, ya que estamos, los ejecuta allí mismo. Esto hace, por supuesto, que todos los que están allí hagan lo mismito que hicieron aquellos que presenciaron la barbacoa Tarly: hincar la rodilla como si no hubiera mañana.

Ahí lo tenéis. Daenerys ha pasado de ser la rompedora de cadenas a la fascista totalitaria asesina de inocentes de una forma, a mi parecer, mucho más razonable y creíble. Todas esas supuestas pruebas de su descenso hacia la locura son un poco insípidas. Sí, estaban ahí; y sí, han hecho que el todo esto sea previsible; pero no aportan nada en absoluto a la hora de explicar por qué, subida en esas murallas a lomos de su dragón, decide pasar de cumplir lo que le dijo a Tyrion a convertir ciudadanos inocentes que no han cogido un arma en la vida en carboncillos. No sólo es inesperado —de hecho no lo es para nada, ya he dicho que es hasta previsible— es que no tiene nada de sentido. Pero bueno, siempre nos quedarán los libros, ¿verdad?¿VERDAD?

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