Clasificación del género musical

un collage con las portadas de varias películas musicales

Cualquiera que me siga desde hace un tiempo en redes sociales sabe que los musicales es un género que me gusta especialmente. Aún así, últimamente le estoy haciendo especial caso, probablemente porque también está teniendo una presencia más fuerte en el mainstream, por lo que creo que es el momento perfecto para escribir este artículo que lleva un tiempo rondando en mi cabeza. Una simple exposición de los diferentes tipos de musicales que he notado que existen, según una serie de criterios totalmente arbitrarios. Probablemente podáis encontrar por ahí información más formal y fiable que cualquier cosa que voy a decir yo aquí, pues esto no deja de ser una clasificación nacida de mi propio análisis de un género que me lleva haciendo disfrutar desde que tengo uso de razón, pero aquí hemos venido a jugar.

El artículo se compone de 2 secciones en las que expongo la primera gran clasificación, que sirve un poco para separar la paja del grano: pseudomusicales y musicales auténticos. Luego, en la segunda sección ya entro en detalle y añado 3 subsecciones que sirven para clasificar los llamados musicales auténticos un poco más en profundidad.

Pseudomusicales

El momento en el que nació la necesidad de esta clasificación lo tengo muy presente en mi cabeza: el estreno de la película Bohemian Rhapsody (2018). En todas partes se hablaba de ella y en todos lados la incluían dentro del género. Desde las redes sociales hasta los blogs de cine, pasando por listas de letterboxd. Me atrevo a afirmar, sin demasiados remilgos, que esta película, y otras similares, están ampliamente aceptadas como musicales, lo que yo considero un grave error. Son películas en las que la música está muy presente, de eso no cabe duda, pero les falta algo que para mí es indispensable en el género: la necesidad de suspender la credibilidad.

Para mí lo que diferencia un musical auténtico de un pseudomusical es la posibilidad de que el número musical llegase a suceder en la vida real. A nadie le iba a parecer raro que una banda de rock se ponga a cantar una canción en un concierto, lo raro sería que no lo hicieran; pero si alguien se pone a cantar en las gradas del colegio lo bien que se lo ha pasado enrollándose con una chica en verano la cosa cambia. Los números musicales de un pseudomusical són simplemente un paso más allá dentro de las bandas sonoras diegéticas, con la diferencia de que en vez de Peter Quill escuchando Come and Get Your Love tenemos Freddy Mercury cantando Don’t Stop Me Now.

Lo normal no es todo un número musical con coreografías ensayadas para contarle tu verano a tus amigos.

Como he dicho (y como deja intuir el término que acabo de acuñar) no considero a este tipo de producciones como auténticos musicales. Sería la leche que la gente dejase de considerarlos como tal, pero bueno, creo que con mis 500 seguidores de Twitter estoy lejos de ese nivel de influencia. Lo que sí que puedo hacer es llorar muy fuerte en mi blog, eso no me lo quita nadie. 

Entre los ejemplos de pseudomusicales tenemos prácticamente cualquier biopic sobre un cantante o banda musical, como Gran Bola de Fuego (1989) o la ya mencionada Bohemian Rhapsody; pero también incluye cualquier película en la que la gente cante (durante toda la duración de la misma) y no sea en situaciones donde cantar pueda verse como algo fuera de lugar, ya sea en un escenario, en el coche o en la ducha, como por ejemplo pasaría en Dando la nota (2012).

También hay películas podrían considerarse híbridos, pues combinan ambos tipos de números musicales, como sería el caso de High School Musical (2006), por ejemplo. Yo voy a obviar esa categoría y voy a considerar musical de pleno derecho a cualquier película que tenga al menos un número musical en la que la situación pudiera considerarse algo surrealista, a falta de encontrar un término más adecuado..

Musicales auténticos

Esto no tiene mucho misterio, todo musical que no sea un pseudomusical es un musical auténtico. Aquí tenemos a la mayoría de las películas del género, especialmente habiendo dejado claro de antemano que incluímos a los híbridos como High School Musical.

Considerándolos como un grupo en sí mismo, no hay mucho más que decir sobre los musicales auténticos, pero es cierto que es un conjunto tan grande y dispar que permite una serie de clasificaciones según diferentes criterios. La primera y más obvia de estas clasificaciones sería si son o no adaptaciones de obras teatrales. Como todo el mundo sabe el género tiene sus orígenes en el teatro, existiendo numerosas películas que son adaptaciones de obras mundialmente famosas como West Side Story (1961) o Mamma Mia (2008), pero también hay muchas otras que nacieron en las salas de cine como pudiera ser el caso de  La La Land (2016) o de Dentro del laberinto (1986). Como sea esta es una clasificación demasiado evidente por lo que tampoco quiero entrar mucho en detalle.

Pero esta no es la única forma de clasificar los musicales. Existen, además, otros criterios en los que podemos fijarnos: el ámbito del número musical (dándonos musicales internos y musicales externos), la originalidad de los temas (para separarlos en musicales originales o populares) o la presencia de partes no musicales (que se dividen en musicales puro o  impuros). Como ya mencioné en la introducción estos criterios y las clasificaciones deducidas a partir de ellos son completamente personales, fruto de mi propia percepción. Sugiero que nadie se lo tome como una verdad absoluta e inamovible. Una vez aclarado ese punto puedo proceder a destripar dichas categorías.

Según su ámbito: Musicales internos y musicales externos.

La primera de estas subclasificaciones tiene en cuenta el ámbito del propio número musical, eso es, en cierto modo, hacia quién está dirigido dentro de la propia película. O dicho de otra manera, si dichos números están ahí para el disfrute de todos los personajes, y todos ellos participan activamente o, si por el contrario, ocurren sólo dentro de la cabeza de alguno de ellos, producto de una vívida imaginación.

En los musicales internos el resto de personajes no son conscientes de que están dentro de un musical, ellos viven sus vidas grises y aburridas como cualquier otra persona del mundo real. En cambio dentro de la cabeza de un personaje el mundo está lleno de música y coreografías.El más claro ejemplo de musical interno que me viene a la cabeza ahora mismo sería Chicago (2002), película donde Roxie Hart (Renée Zelweger) afronta sus problemas imaginando que está protagonizando uno de esos musicales que tanto le gustan. Otro ejemplo, esta vez perteneciente a la televisión, sería la serie de Netflix Crazy Ex-Girlfriend (2015-presente).

No cabe duda de que Cell Block Tango ha hecho historia en el género. Qué pena que sólo pasara en la cabeza de Roxie.

En los musicales externos la cosa es completamente diferente. Los números musicales no ocurren en la cabeza de nadie, ocurren y ya está y los personajes lo asumen como lo más normal del mundo. En un musical externo no se negocia un trato de negocios con aburridos diálogos, se negocia con canciones bailes mientras el camarero hace malabares con los vasos del bar, como la grandiosa escena que nos brindó The Greatest Showman (2017) o le cuentas a tus amigos cómo de espectacular va a ser el coche que estáis reparando a ritmo de rock’n’roll como hacen en Grease (1978).

Según la originalidad de sus temas: Musicales originales y musicales populares

Si nos fijamos en las propias canciones en sí es fácil reconocer los dos siguientes tipos. Mientras que en unos musicales la selección de canciones es original, es decir, han sido escritas a propósito para dicha producción, otros utilizan canciones que forman ya parte de la cultura popular. 

En los musicales originales1 la letra de las canciones forma una parte más palpable de las interacciones de los protagonistas, pues han sido escritas teniendo dichas interacciones presentes. Lo que cantan es lo que quieren decir, sin metáforas ni medias tintas. Es cierto que muchos musicales son ampliamente conocidos antes de ser adaptados a la gran pantalla, por lo que muchas de sus canciones se pudieran conocer ya, pero siguen siendo canciones escritas para ese título, por lo que siguen siendo musicales originales. Entre los ejemplos de musicales originales tenemos Repo! The Genetic Opera (2008) o La tienda de los horrores (1986).

Los musicales populares, en cambio, lo que buscan es ese gesto de complicidad entre la película y el público, que en principio debería reconocer su banda sonora (e incluso cantarla) antes de haber visto la película. Son canciones que la gente ya tiene en sus listas de Spotify antes de que la película estuviera ni siquiera pensada. Moulin Rouge! (2001), uno de mis musicales favoritos de toda la vida, es un ejemplo perfecto. Otro muy bueno sería Granujas a Todo Ritmo (1980), musical que de hecho quería rendirle un homenaje a las canciones que lo componen y los artistas que las interpretan.

Según la presencia de partes no musicales: Musicales puros y musicales impuros

A diferencia de las clasificaciones anteriores, esta es mucho más absoluta. O tiene diálogo, es decir, partes no musicales, o no lo tiene. Así de simple. Por las características del criterio elegido, es imposible el término medio. Una película puede tener una combinación de números internos y externos, como sucede en Grease, un musical externo, con la escena de Beauty School Dropout (en esta casa defendemos que esa escena sucede solo en la cabeza de Frenchy). También puede tener una combinación de canciones originales y populares, aunque eso sea más raro de encontrar no es completamente imposible teniendo un claro ejemplo en Moulin Rouge! con su tema original Come What May. En cambio la presencia de diálogos no es algo que se pueda mezclar con su ausencia.

En los musicales impuros los números musicales están reservados a los momentos de mayor carga emocional, donde los personajes externalizan sus sentimientos en forma de canciones. Son películas en las que la trama avanza más gracias a los diálogos que a las canciones, aunque muchas de las canciones también contengan peso argumental. Por poner algún ejemplo podría mencionar The Rocky Horror Picture Show (1975) o Hairspray (2007)

Al otro lado tenemos musicales puros2. Películas en donde los personajes no hablan. Nunca. Sólo cantan. Incluso las conversaciones más cotidianas son cantadas. Algunas de ellas lidian con este detalle de la forma más drástica posible: haciendo que todas las escenas sean épicas en mayor o menor medida. Esto sucede en Los Miserables (2012). Otras lo llevan con más humildad, mostrándote escenas realmente costumbristas en clave musical, opción por la que optaría Los Paraguas de Cherburgo (1964).

En Los Miserables sólo cantan en los momentos con gran carga emocional, pero es que toda la película es así.

Estoy seguro de que el género podría dar para mucho más, pero tampoco estoy escribiendo una tesis doctoral. Esto es todo lo que da de sí mi cabeza pensante tras echarle al tema más ratos muertos de los que estoy dispuesto a admitir. Me da un poco de rabia haberme dejado alguna película en el tintero, pero es que son muchas y me he prometido a mi mismo que pondría sólo un par de ejemplos de cada categoría. También quiero destacar que no he incluído ninguna película de animación. Esta decisión ha sido totalmente consciente, no porque piense que las películas de animación no merezcan una mención, o no sean dignos musicales, pero sí que es cierto que en las producciones de animación, por algún motivo que se me escapa, las canciones están como más a la orden del día, así que he decidido dejarlas al margen. Sin más que añadir, me despido, no sin antes lanzar una pregunta al aire: ¿Se os ocurre alguna otra forma en la que pudiéramos clasificar los musicales? Si es así ya sabéis dónde está la sección de comentarios.

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1 – Merece la pena mencionar que esta categoría, a diferencia de otras, pudiera aplicarse también a los pseudomusicales también, por ejemplo en una película que tratara sobre un grupo inexistente. No se me ocurre ningún ejemplo, pero seguro que los hay.

ACTUALIZACIÓN (22-10-2021): Estaba yendo ayer en el coche y justo se me ocurrió un buen ejemplo de pseudomusical original. La verdad es que la tenía todo el tiempo delante de mis narices, pero por alguna extraña razón (no tan extraña en realidad, pero daría para otro post) la consideraba musical auténtico (híbrido, similar a High School Musical). Se trata de Camp Rock (2008). A diferencia de la segunda entrega, que es un musical auténtico, en la primera parte todas las canciones son o bien en un escenario o bien gente cantándolas porque está ensayando ¡o incluso ni siquiera la cantan ellos! como ocurre con Who will I be, de Demi Lovato, que suena de fondo mientras su personaje se prepara por la mañana.

2 – Los musicales puros tienen una característica curiosa, por la naturaleza de su formato es muy difícil que sean internos o populares (supongo que no es imposible, aunque no se me ocurre ningún ejemplo que lo sea, y tampoco se me ocurre una forma muy fácil de hacerlo) lo que hace que el nombre puro tenga como mucha más fuerza. Yo por lo menos considero más puro un musical externo (por más o menos los mismos motivos por los que no considero a los pseudomusicales musicales auténticos) que interno, así como considero más puro un musical original (que no quiere decir que sea mejor, ojo ahí).

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