Mary Sue o una chica haciendo cosas

Kate Bishop tensando el arco

La semana pasada estrenaron la última entrega del Universo Cinematográfico de Marvel: la serie de Ojo de Halcón. Importante recalcar lo de que es la serie de Ojo de Halcón, no de Clint Burton, ya que en ella presentan a Kate Bishop, quien se convertirá en sustituta del arquero en el futuro del MCU. Kate, interpretada por Hailee Steinfeld, es joven y es mujer, dos características que han  provocado la ya más que recurrente pero inevitable reacción en esa facción del público que todos conocemos. Exacto, Kate Bishop ya ha sido galardonada con el infame título con el que otorgan a cualquier personaje femenino, en especial si es joven, que demuestre alguna habilidad más allá de estar guapa para el disfrute de los protagonistas masculinos. Exacto, estoy hablando de Mary Sue. Así que he pensado que es un momento perfecto para darle una vuelta al término, repasar su historia, cómo ha evolucionado, si es aplicable en este y otros recientes donde se ha escuchado.

Lo más fácil para empezar a hablar del concepto es hablar de su origen, y a mí nunca me han molestado las cosas fáciles. Nos remontamos al año 1973, fecha en la que sale a la luz A Trekkie’s Tale, un fanfic de Star Trek escrito por Paula Smith en el segundo número de su fanzine Menagerie, o eso dice la Wikipedia. En él conoceríamos a la teniente Mary Sue, una adolescente precoz que con tan solo 15 años sería la teniente más jóven de la flota. Personaje con el que la autora intentaba parodiar un tipo concreto de personajes, pobremente escritos, que abundaban en el mundo del fanfic. Personajes que solían estar escritos por adolescentes con el único propósito de imaginarse a sí mismo viviendo las aventuras de (y teniendo relaciones con) los personajes favoritos de sus franquicias favoritas.

Wesley sabe que si eres adolescente en la flota como mucho llegas a alférez.

Mary Sue no tardó en convertirse en sinónimo de este tipo de personajes: autoinserciones de dudosa calidad a las que todo se le da bien, carentes de defectos y con una evolución prácticamente nula. Haciendo hincapié en lo de «autoinserciones», porque hasta hace bien poco parecía ser requisito indispensable para utilizar la etiqueta, en parte porque la principal causa para que dichos personajes resultaran tan inverosímiles era que se trataban de versiones idealizadas de sus propios autores. A día de hoy parece que este requisito se ha diluído y el término ha quedado para designar, en teoría, a personajes femeninos tan perfectos que resultan difícil de creer. 

En la práctica en cambio no parece estar tan claro. Si esto fuera así no habría mucho más que decir, la verdad. Que exista un término para englobar a personajes escritos de una forma específica no es necesariamente algo malo, aunque sea utilizado de forma despectiva para criticar una mala escritura. El problema viene cuando analizamos lo que para algunos es «difícil de creer». Para algunos, y vuelvo a hablar de esa facción del público, parece que cualquier cosa que haga una mujer, más allá de limpiar y cocinar, es inconcebible. Este es el caso de Kate Bishop. La serie, como no podía ser de otra forma, nos muestra una habilidosa arquera, así como una excelente espadachina e incluso una acróbata resultona. Claro, esto les ha parecido demasiado surrealista, incluso aunque la serie explica desde el principio que lleva años entrenando y ganando competiciones en las diferentes disciplinas deportivas. Que ni siquiera debería ser necesario, pues aún a día de hoy no han explicado nada de cómo Clint ha llegado a ser lo que es, pero eso parece molestarle menos. También parecen olvidar que esto no deja de ser una serie de superhéroes, donde los protagonistas (y los antagonistas) tienen que tener capacidades extraordinarias o incluso sobrehumanas por definición. Pero no sólo eso, también obvian el hecho de que Kate está lejos de ser perfecta en todo. Kate la lía y no poco. Además de contar con un repertorio de defectos como la testarudez, la imprudencia o creer tener siempre razón. defectos que encajan a la perfección con cualquier otra persona de su edad, por otro lado.

Kate es la última víctima de esta crítica, pero no es la primera y tampoco será la última. Hace no tanto lo hemos escuchado de Rey en la última trilogía de Star Wars, o en Arya Stark, de Juego de Tronos. Estos detractores no tienen en cuenta que la habilidad de Rey para el combate no surge de manera espontánea, así como los numerosos ejemplos que existen en la franquicia de personajes que son sensibles a la fuerza y por lo tanto pueden hacer uso de sus poderes de manera intuitiva en mayor o menor medida. Tampoco tienen en cuenta todo el entrenamiento de Arya, o el hecho de que su arco de personaje es el mismo arco de personaje que tienen decenas de pícaros en las historias de fantasía.

Rey, la Mary Sue por excelencia, según esa facción del público.

Pero no penséis que Mary Sue no tiene su contrapartida masculina. Existe y se llama Gary Stu, pero, al menos en lo que a mí respecta, no he escuchado jamás ese término a nadie que no sea para señalar que nunca se utiliza. De hecho una reacción típica a este tipo de críticas que reciben los personajes femeninos es contraargumentar poniendo ejemplos de personajes masculinos que pecan de lo mismo, muchas veces de una forma mucho más evidente. Sin ir más lejos yo mismo lo he hecho, unos párrafos más arriba, cuando comparé a Clint con Kate.

Con todo esto lo único que quiero es recalcar lo problemático del término. Por un lado se utiliza en personajes femeninos que no lo merecen en absoluto, por el otro no se tiene en cuenta en personajes masculinos que sí podrían tener algún mérito de más para recibirlo. Creo que está claro que se utiliza como excusa para esconder la naturaleza machista a las críticas de un personaje, haciendo que la etiqueta se aplique de manera injusta en la mayoría de los casos (por no decir en todos), debido a la ligereza con la que se aplica. Una etiqueta que se ha convertido en arma arrojadiza para racionalizar unas críticas nacidas de un rechazo que ya traen de antemano, pues en sus mentes no pueden permitir que ellos no sigan siendo los protagonistas Una etiqueta que, a día de hoy, no puedo evitar que resuene con connotaciones negativas en mi cabeza ni relacionarlo con esa facción del público. Así que dejadme recordarlo una vez más: no, que un personaje femenino haga cosas bien no la convierte en una Mary Sue.

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